jueves, 12 de marzo de 2009

Bajarse al moro

20 AÑOS DESPUÉS . . .

Y han ido pasando los años, Chusa sigue con el mismo plan de vida que siempre, bajándose al moro, con su hijo Joaquín, que ya tiene 20 años recién cumplidos. Jaimito sigue con su trabajito, haciendo sandalias y arreglándolas, además le han dado un puesto de trabajo en el súper de al lado de su casa.
Elena se sacó la carrera de derecho y Alberto sigue siendo policía. Viven más felices que nunca, con su casita nueva y sobre todo con su hija Greta, que ha salido idéntica a su madre, guapísima. Greta se está sacando la carrera de biotecnología, pero lo que le falla es que ha salido igual de rebelde que su madre: cuando tienen broncas entre ellas, se escapa de casa.

Un día, Greta quedó con sus amigas para dar una vuelta, iban como siempre a la misma cafetería, a tomar un café y hablar de sus temillas, chicos, cómo no… una de sus amigas le empezó a hablar de un chico llamado Joaquín al cual había conocido en uno de sus viajes a Marruecos, cuado iba a hacer alguno de sus trapicheos. Su amiga le propuso ir dos días al moro, para encontrase con él. A Elena no le pareció mala la idea y se fueron.
Al encontrase con él, algo a Greta le chocó mucho, era la réplica exacta de su padre. A ella le picó muchísimo la curiosidad y empezó a hacerle preguntas sobre su vida… ( ella sabía que sus padres tuvieron unos compañeros llamados Chusa y Jaimito, y que habían pasado muy buenos momentos juntos, hasta que tuvieron unos problemillas y se dejaron de hablar)
A Joaquín le extrañó que se interesara tanto en preguntarle. Él le fue explicando que su madre se llamaba Chusa y que también vivía con su tío Jaimito. Ella le preguntó, que si sabía algo sobre su padre, pero Joaquín le dijo que su padre se fue de casa cuando él aún no había nacido. En ese momento Greta fue encajando las piezas. Al volver a Madrid, Greta visitó a Chusa, y mantuvieron una conversación muy agradable, entonces ya le quedó claro que los dos eran hermanos. Chusa le pidió por favor que no dijera nada a nadie, ni siquiera a su padre y aun menos a Joaquín.
Lo único que pudo hacer Greta fue presentarle a Joaquín a su padre, pero dárselo a conocer como un buen amigo de su hija.

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